El comentario de la portada
«¡Ve, vuelve a tu vida familiar y da gracias por las maravillas que Dios está haciendo allí!» por Pierre-Marie Dumont
Si Murillo (1617-1682) era el amo de Sevilla, Martínez (1615-1667) era el gran pintor de Jaén, puerta de entrada a Andalucía, en la salida de La Mancha. Ambos se convirtieron en apóstoles de las virtudes cristianas en la vida familiar, complaciéndose en escenificar a la Sagrada Familia. A través de sus obras, predicaron que Jesús era el salvador tanto en su vida oculta, familiar, como en su vida pública. La vida familiar, social y profesional fue santificada por las tres cuartas partes de la vida terrenal de Cristo. Así, para exaltar la vocación de los discípulos que responden a la invitación del Señor: «¡Ven y sígueme!», es necesario subrayar también la vocación de aquellos a quienes el Señor invitó no a seguirlo, sino a volver a sus familias para dar gracias allí por las maravillas que Dios no cesa de obrar en ellas (cf. Mc 5,19). Este es el caso del paralítico a quien Jesús envía a su casa, a pesar de que le ha devuelto la plena capacidad física y espiritual para seguirlo en los caminos de su vida pública (cf. Lc 5,24-25).
Esta obra de Martínez es muy impactante. Capta admirablemente la expresión que todos los padres del mundo han visto, sorprendidos a la vez que conmovidos, dibujada en el rostro de sus hijos pequeños cuando, con una sonrisa y una mirada, dan testimonio tanto del ardor de su amor como de la fuerza de su propia voluntad. «¡Te amo con todo mi corazón, pero yo soy yo!», parece decirle este adorable Niño a su padre adoptivo. Quería agarrar una pieza de fruta, pero José se lo impidió. Aquí, la cesta de frutas simboliza su misión, los asuntos de su Padre a los que debe dedicarse hasta su cumplimiento supremo, su pasión. La uva roja simboliza la divinidad; la blanca, la humanidad. Entre las dos, la uva rojiza representa a Cristo como verdadero Dios y verdadero hombre. Es también el color de la túnica del niño Jesús y el de la sangre mezclada con agua que brotará de su corazón traspasado. La granada, formada por una miríada de granos, representa su cuerpo en la medida en que su Iglesia será compuesta por miríadas de miembros. La manzana evoca la redención de la humanidad pecadora. El Niño parece decir: «Tengo prisa por llevar a cabo la obra de mi Padre hasta el final», y José, envuelto en la luz del Padre, lo reprende: «Tu hora aún no ha llegado».
Pierre-Marie Dumont
Traducido del original francés por Pablo Cervera Barranco
• San José y el Niño Jesús (Ca. 1650), Sebastián Martínez (1615-1667), Museo del Prado, Madrid. © akg-images/Álbum.