La obra de arte

San Francisco de Sales entregando a santa Juana de Chantal la regla de la Orden de la Visitación (siglo XVIII) por Noël Hallé (1711-1781)

COMO GRAN PINTOR DE HISTORIA, el parisino Noël Hallé (1711-1781) recogió con sus pinceles un instante de gran relevancia para el origen de la Orden de la Visitación, en el que la regla de vida es entregada por su fundador, san Francisco de Sales, a la iniciadora de la rama femenina, santa Juana de Chantal. Por ello, aunque muchas veces esta obra no haya sido valorada desde el punto de vista técnico, su iconografía la convierte en vía de conocimiento de la citada Orden religiosa.

Su autor, hijo y nieto de pintores, quiso encaminarse hacia el campo de la arquitectura, si bien finalmente se impuso su talento pictórico y en 1734 obtuvo su primer reconocimiento: el segundo premio de la Academia de Francia. Dos años más tarde subió en el escalafón hasta alcanzar la máxima distinción. Esto le llevaría a completar su formación en Roma, uno de los grandes centros de consolidación del lenguaje neoclásico. Allí estudió en la Academia Francesa entre 1737 y 1744, bajo la atenta mirada del maestro Jean-François de Troy, quien trabajó prácticamente todos los géneros, especializándose en pintorescas escenas de entretenimiento de la alta sociedad francesa.
Al finalizar su aprendizaje, retornó a su ciudad natal e ingresó en la Academia de Pintura, lo que favoreció la exposición de sus obras en los salones oficiales de París y su nombramiento como catedrático. Sus distinciones no quedaron ahí, ya que en 1770 llegó a dirigir la fábrica de tapices más célebre de Francia –donde se seguían los modelos que Rafael había establecido para las Estancias Vaticanas– y en 1781, año de su muerte, fue nombrado rector de la Academia de Pintura. También fue distinguido al final de su vida con el título de Caballero de la Orden de San Miguel, orden militar creada en el siglo XV por Luis IX. Además de los argumentos mitológicos, que lo ensalzaron en los ámbitos académicos, de retratos y escenas de género, realizó numerosas obras religiosas para iglesias francesas, como esta que comentamos este mes.
La composición se ordena en dos grupos contrapuestos; jerarquizado sobre la doble escalinata, vemos a san Francisco de Sales (1567-1622), en el sitial de madera, con gran realismo en el tratamiento de su rostro que manifiesta las dotes de gran retratista de Noël Hallé. El santo se muestra aquí no como obispo de Ginebra, sino como fundador de la Orden de la Visitación. Hombre de gran formación, estudió Leyes en la Universidad de Padua, aunque sus brillantes resultados académicos en Derecho Civil y Canónico no acallaron sus deseos de ordenarse sacerdote, deseos que pudo cumplir en 1593, un año después de haber retornado a su Francia natal. Desde entonces, luchó firmemente contra el calvinismo, destacando además por su caridad con los más necesitados. 
En 1604, en Dijon, conoció a la coprotagonista de nuestra pintura: Juana Francisca Frémyot de Chantal (1572-1641); madre de seis hijos, tras quedar viuda del barón de Chantal, comenzó un camino de entrega a enfermos, pobres y presos, que le llevaría a decidir su total entrega al Señor. San Francisco de Sales llegaría a ser su director espiritual. Más tarde se unirían en la fundación de la Congregación de la Visitación de Santa María, cuyo carisma se centraba en la atención a pobres y enfermos, así como en la educación de jóvenes damas, si bien esto no estaba entre las intenciones iniciales de las conocidas como visitandinas, que hubieron de convertirse en contemplativas por imperativo del obispo de Lyon.
Este es precisamente el argumento de la pintura, ya que, frente al santo, se dispone sor Juana recogiendo las primeras constituciones de la Orden, que tuvieron como referencia la regla de san Agustín y donde la humildad se erigía como principal virtud. Por ello, el manuscrito abierto, centro lumínico en la composición, es atributo iconográfico fundamental y nexo entre los grupos de figuras. Frente al santo, el gesto de aceptación de sor Juana, quien lleva su mano izquierda al pecho, mientras que con la derecha toma la regla de vida acompañada de dos religiosas, que son testigos del acontecimiento y que oran por la andadura de la nueva fundación. En el primer monasterio de la Orden en Annecy, santa Juana estuvo acompañada por María Favre y Carlota de Bréchard, por lo que podría tratarse de la identidad de ambas figuras. Sus hábitos, con los rosarios apenas perceptibles entre sus pliegues, se convierten también en signo de identificación de la Orden en esta pintura, reforzando, a su vez, la monumentalidad de las figuras.
 Los personajes se integran en una arquitectura clasicista, donde el pintor juega con el claroscuro, para definir las molduras de mármol, y con la puerta abierta, para sugerir la sucesión de estancias en profundidad. Esta perspectiva se ve, a su vez, acentuada por la perspectiva lineal de las baldosas que asoman en el primer plano de la composición. La sobriedad dominante se ve únicamente rota por el alfombrado y el cortinaje, modelados mediante una rica gradación cromática, con tintes nítidos, de gran viveza, aplicados con pinceladas muy fluidas. Probablemente la precisión técnica de Hallé derivara de los estudios preparatorios donde abordaba el tratamiento de los personajes y su integración en la composición general. Seguramente fue su dominio del dibujo lo que determinó su éxito en la Academia Francesa, donde practicó otras técnicas, como la acuarela o el pastel.
La pintura se completa con dos grandes códices, encuadernados con cuero, ante el sitial de san Francisco. Estos motivos nos hablan del papel del santo como gran escritor, algo que se puso de manifiesto no solo en sus escritos místicos, sino también en las muchas epístolas escritas a santa Juana de Chantal. Su labor fue reconocida por Pío IX, quien lo declaró doctor de la Iglesia en 1878. Entre la producción literaria del santo a la que nos remiten los motivos pintados destaca la Introducción a la vida devota, obra resultante de la dirección espiritual de santa Juana de Chantal; otros escritos son el libro de las Controversias, fruto de su incansable lucha frente al calvinismo, Cartas Espirituales, con notables consejos para vivir la piedad, y el Tratado del amor de Dios, que es una exhortación a la caridad. Su papel como escritor y gran predicador hicieron que Juan Pablo II lo declarara patrón de los periodistas el 7 de octubre de 1986, tras orar ante sus restos y los de santa Juana de Chantal en la iglesia de Annecy, localidad francesa donde nació la Orden de la Visitación en 1610.
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María Rodríguez Velasco
Profesora de Historia del arte, Universidad CEU San Pablo, Madrid
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San Francisco de Sales entregando a santa Juana de Chantal la regla de la Orden de la Visitación (siglo XVIII) Noël Hallé (1711-1781), Iglesia de San Luis, París © Bridgeman Images.