Carta a los lectores
por Pablo Cervera Barranco
Querida familia Magnificat:
En la memoria de mi vida, hay dos momentos en el pontificado de san Juan Pablo II que jamás podrán borrarse: su visita a la Colina de las Cruces en Lituania en 1993 y un vía crucis en el Coliseo en que estuve presente. Allí, con aquella voz potente y convencida, el Papa santo pronunció un grito para toda la Iglesia: «¡No vaciéis la cruz de Cristo!» Esa es, quizá, la tentación más grave de nuestros días: que, acomodándose al mundo, el cristiano, la Iglesia o la predicación quieran vaciar la cruz de Jesucristo o prescindir de ella. Eso supondría acabar con el cristianismo.
Resulta curioso que la liturgia no «relegue» el tema de la cruz a la Semana Santa. En el corazón de este mes de septiembre, la Iglesia celebra la cruz con una fiesta especial, la Exaltación de la Santa Cruz, y los sufrimientos de la Virgen María con la memoria de la Virgen de los Dolores. De cara al curso que comienza, no está mal este recordatorio. En realidad, la cruz ha vencido al mundo y a la muerte, y por eso la exaltamos y veneramos. No es masoquismo. Es imitación y seguimiento de quien se proclamó para nosotros «camino, verdad y vida».
En Jesús y María,
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