El artículo del mes
Oremos por las intenciones del papa Francisco por Pablo Cervera Barranco
«Red Mundial de Oración» (Apostolado de la Oración) durante el mes de Noviembre 2024
Orar por el papa y sus intenciones pertenece a la esencia de la vida cristiana. Nuestra oración por el sucesor de Pedro se encuentra a diario en la plegaria eucarística, corazón de la celebración de la santa Misa: «Acuérdate, Señor, de tu Iglesia, extendida por toda la tierra, y con el papa Francisco…»
El papa confía cada mes a su Red Mundial de Oración, el Apostolado de la Oración, dos intenciones (una anunciada al comienzo del año y la otra en la inmediatez del mes en curso) que expresan sus grandes preocupaciones por la humanidad y por la misión de la Iglesia. Son una convocatoria mundial para transformar nuestra plegaria en «gestos concretos». Resumen su plan de acción para movilizarnos cada mes por un propósito concreto que nos invita a construir un mundo más humano y más divino.
Intención universal: Por los que han perdido un hijoOremos para que todos los padres que lloran la muerte de un hijo o una hija encuentren apoyo en la comunidad y obtengan del Espíritu consolador la paz del corazón.
La muerte es siempre un drama en sí. Da igual las circunstancias, edad, causas, etc. Podríamos decir que todo eso es «accidental» en relación a lo sustancial: la muerte misma. Esto no quita que haya dolores profundos, distintos, ante la muerte. El impacto de la pérdida de un hijo es algo desolador. Sobrevivir a alguien a quien se ha dado la vida no entra en la «lógica» de la existencia. De ahí que haya un dolor añadido a la circunstancia de la muerte. Arropar, acompañar, consolar, rezar, mostrar cercanía… todo ello son gestos de caridad cristiana que no quitarán el dolor de esos padres, pero sí ayudarán a que puedan llevarlo mejor. El fruto de la oración es siempre el Espíritu Santo: «Cuánto más dará vuestro Padre el Espíritu a los que le pidan» (Lc 11,13). Y los frutos del Espíritu consolador son: caridad, gozo, paz, paciencia, bondad, benignidad, mansedumbre…
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«La idea de poder “ofrecer” las pequeñas dificultades cotidianas, que nos aquejan una y otra vez como punzadas más o menos molestas, dándoles así un sentido, era parte de una forma de devoción todavía muy difundida hasta no hace mucho tiempo, aunque hoy tal vez menos practicada. En esta devoción había, sin duda, cosas exageradas y quizás hasta malsanas, pero conviene preguntarse si acaso no comportaba de algún modo algo esencial que pudiera sernos de ayuda. ¿Qué quiere decir “ofrecer”? Estas personas estaban convencidas de poder incluir sus pequeñas dificultades en el gran com-padecer de Cristo, que así entraban a formar parte de algún modo del tesoro de compasión que necesita el género humano. De esta manera, las pequeñas contrariedades diarias podrían encontrar también un sentido y contribuir a fomentar el bien y el amor entre los hombres. Quizás debamos preguntarnos realmente si esta no podría volver a ser una perspectiva sensata también para nosotros».
Benedicto XVI, Encíclica Spe salvi, 40
Ofrecimiento diario por la Iglesia y por el mundo
V/ Ven, Espíritu Santo,
inflama nuestro corazón
en las ansias redentoras
del Corazón de Cristo.
R/ Para que ofrezcamos
de veras nuestras personas y obras,
en unión con él
por la redención del mundo.
Señor mío y Dios mío Jesucristo:
por el Corazón Inmaculado de María
me consagro a tu Corazón,
y me ofrezco contigo al Padre
en tu santo sacrificio del altar,
con mi oración y mi trabajo,
sufrimientos y alegrías de hoy,
en reparación de nuestros pecados
y para que venga a nosotros tu reino.
Te pido en especial:
por el Papa y sus intenciones,
por nuestro obispo
y sus intenciones,
por nuestro párroco
y sus intenciones.