El artículo del mes
Oremos por las intenciones del papa Francisco por Pablo Cervera Barranco
«Red Mundial de Oración» durante el mes de Enero 2025
Orar por el papa y sus intenciones pertenece a la esencia de la vida cristiana. Nuestra oración por el sucesor de Pedro se encuentra a diario en la plegaria eucarística, corazón de la celebración de la santa Misa: «Acuérdate, Señor, de tu Iglesia, extendida por toda la tierra, y con el papa Francisco…»
El papa confía cada mes a su Red Mundial de Oración, el Apostolado de la Oración, dos intenciones (una anunciada al comienzo del año y la otra en la inmediatez del mes en curso) que expresan sus grandes preocupaciones por la humanidad y por la misión de la Iglesia. Son una convocatoria mundial para transformar nuestra plegaria en «gestos concretos». Resumen su plan de acción para movilizarnos cada mes por un propósito concreto que nos invita a construir un mundo más humano y más divino.
Intención universal: Por el derecho a la educaciónOremos para que migrantes, refugiados y afectados por las guerras vean siempre respetado su derecho a la educación, necesaria para construir un mundo mejor.
El desarrollo del ser humano, independientemente de su condición cultural, social o personal, pasa siempre por la educación. La formación intelectual, profesional, humana es principio del progreso personal y del desarrollo social. De ahí que la tarea prioritaria de los gobiernos y administraciones locales sea velar por esa vía de dignidad humana que es la educación, especialmente hacia los más desfavorecidos que menciona la petición papal (migrantes, refugiados y afectados por las guerras). Ciertamente los costes son altos, pero el beneficio social consecuente es aún mayor: formar hombres y mujeres que puedan desempeñar una tarea digna dentro de la sociedad. l
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«Pero aquellos a quienes asocia íntimamente a su vida y misión también los hace partícipes de su oficio sacerdotal, en orden al ejercicio del culto espiritual, para gloria de Dios y salvación de los hombres. Por lo que los laicos, en cuanto consagrados a Cristo y ungidos por el Espíritu Santo, tienen una vocación admirable y son instruidos para que en ellos se produzcan siempre los más abundantes frutos del Espíritu. Pues todas sus obras, preces y proyectos apostólicos, la vida conyugal y familiar, el trabajo cotidiano, el descanso del alma y de cuerpo, si se realizan en el Espíritu, incluso las molestias de la vida si se sufren pacientemente, se convierten en “hostias espirituales, aceptables a Dios por Jesucristo” (1 Pe 2,5), que en la celebración de la Eucaristía, con la oblación del cuerpo del Señor, ofrecen piadosísimamente al Padre. Así también los laicos, como adoradores en todo lugar y obrando santamente, consagran a Dios el mundo mismo» (Lumen Gentium, 34). l
Ofrecimiento diario por la Iglesia y por el mundo
V/ Ven, Espíritu Santo,
inflama nuestro corazón
en las ansias redentoras
del Corazón de Cristo.
R/ Para que ofrezcamos
de veras nuestras personas y obras,
en unión con él
por la redención del mundo.
Señor mío y Dios mío Jesucristo:
por el Corazón Inmaculado de María
me consagro a tu Corazón,
y me ofrezco contigo al Padre
en tu santo sacrificio del altar,
con mi oración y mi trabajo,
sufrimientos y alegrías de hoy,
en reparación de nuestros pecados
y para que venga a nosotros tu reino.
Te pido en especial:
por el Papa y sus intenciones,
por nuestro obispo
y sus intenciones,
por nuestro párroco
y sus intenciones.